Leamos la Constitución de Montecristi, artículo 11.9:
"El Estado, sus delegatarios, concesionarios y toda persona que actúe en ejercicio de una potestad pública, estarán obligados a reparar las violaciones a los derechos de los particulares por la falta o deficiencia en la prestación de los servicios públicos, o por las acciones u omisiones de sus funcionarios y empleados públicos en el desempeño de sus cargos.
El Estado ejercerá de forma inmediata el derecho de repetición en contra de las personas responsables del daño producido, sin perjuicio de las responsabilidades civiles, penales y administrativas.
LA ÚNICA MANERA DE EVITARLO SERÍA QUE CORREA ROMPA con el Sistema Interamericano de Derechos Humanos o encuentre la manera de destruirlo, y eso es precisamente lo que intentará.
El miércoles dijo que propondrá a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), que se reunirá en diciembre en Venezuela, una reforma integral al sistema interamericano para que no "interfiera" en los asuntos internos del país.
Con "asuntos internos" se refería, por supuesto, a sus demandas judiciales personales contra periodistas y medios de comunicación, con las que aspira a consolidarse como uno de los hombres más ricos de Ecuador. En "esos asuntos internos", sólo el Estado correísta puede intervenir. El Estado y Correa son, cada vez más, una misma y única esencia.
El presidente ya encontró, además, la teoría sociológica con la que justificará su propuesta. El viernes dijo en Píllaro que la CIDH está "demasiado influida" por valores europeos y estadounidenses.
¡Lo peor de todo es que es cierto! porque el respeto a los derechos humanos fue una de las mayores conquistas y enseñanzas de las grandes revoluciones estadounidense y francesa (1776 y 1789, respectivamente).
Pero la historia no es algo que al correísmo le importe mucho, como sabemos.
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El periodista Emilio Palacio en la internet: "Ecuador propondrá liquidar el Sistema Interamericano de Derechos Humanos."
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