Mosca de los muertos - 09/Noviembre/2011 | Explored | Archivo de Noticias de Ecuador

Gracias a las investigaciones de María Susana Cipolletti sobre la mitología sudamericana, conocemos dos versiones indígenas sobre el viaje de un ser vivo al reino de los muertos para rescatar a una persona amada, y cómo, debido a una prohibición no respetada, fracasa en su intento. En su artículo “"El motivo de Orfeo y el viaje al reino de los muertos en América del Sur”" (Indiana, Berlín, 1984), menciona la autora un relato quichua, recogido en Puquio (Perú central) por Arguedas (1975), donde se cuenta que un viudo, al no poder resignarse a la muerte de su esposa, decidió ir al hogar de los muertos, el volcán Qoropuna, cerca de Arequipa. Suplicó allí al guardián San Francisco que le entregara su esposa. Compadecido el santo, puso en sus manos un trozo de carrizo que encerraba el alma de la difunta, con la condición de que lo abriera solo al llegar a su casa. El hombre, sin poder contener su impaciencia, lo abrió en el camino y del pedazo del bambú salió una “chiririnka” o mosca de los muertos, que voló hacia el Qoropuna.
Según un relato chiriguano, obtenido por Cipolletti en la provincia de Salta (Argentina), un hombre perdió a su joven esposa. Compadecidos por el gran sufrimiento, dos jóvenes condujeron al viudo hasta el “Iwoka”: país de los muertos, donde vio a su mujer que utilizaba una piedra por asiento y que su casa estaba construida con hierbas. Uno de los jóvenes dijo al hombre que no entendía por qué quería llevarse a su mujer, ya que ella estaba por celebrar nuevas nupcias, esta vez con un muerto. También ella se negó a acompañar a su esposo, afirmando no poder caminar porque sus huesos estaban enterrados. No obstante, el marido volvió con ella al mundo de los vivos, con la condición de que no debía tocar a su esposa durante 20 días. Impaciente, el joven amante la abrazó antes de que finalizara el plazo estipulado, por lo que ella se transformó en una mosca verde y voló de regreso hacia el “Iwoka”.