Asamblea: suicidio colectivo | HOY

Un laberinto de emociones debe perturbar a la cúpula del Gobierno de Correa ante la imposibilidad de sumar los votos suficientes para que la Asamblea Nacional apruebe la Ley de Comunicación, elevada ahora a la condición de nave nodriza del control del pensamiento libre.
La ley fue concebida en la mente de los recién llegados al poder, y edificada en los astilleros del totalitarismo donde los especialistas no han dejado cabo suelto, aunque para disimular el afán punitivo contra medios y periodistas, hayan debido armar leyes paralelas como la de telecomunicaciones y hasta el Código Penal.
Como el tiempo se les viene encima, pues 2012 será año electoral, apresuran el tinglado que les permitirá apropiarse del control ideológico de la información y mantener en jaque a los comunicadores. Pero los números legislativos no les cuadran y eso les perturba.
Acostumbrados a manejar a los asambleístas como si se tratase de niños de antaño encantados por el flautista de Hamelin, hoy, el Gobierno está desconcertado al no poder armar la mayoría, y porque presiente que los votos en contra podrían estar aumentando, ante la convicción de que muchos de ellos serán también afectados.
¿Dónde expresarían sus criterios asambleístas del MPD o Pachakútik -por solo citar a dos movimientos- si no hubiesen medios independientes?
En realidad, ellos saben que, de entrar en vigor la Ley de Comunicación, serán los primeros en perder espacios democráticos, y por eso, entienden que no pueden dar paso a una ley restrictiva. Se trata entonces de un acto colectivo de sobrevivencia política.