El poder contra Mónica Chuji | HOY

Este proceso se inició por parte del secretario de la Administración, por supuestas injurias proferidas por Chuji, quien, a inicios de este Gobierno, trabajó muy de cerca con su hoy acusador, en calidad de secretaria de la Comunicación de la Presidencia. Lo que más ha llamado la atención, sin embargo, fue la escena captada el día de la audiencia final: al juzgado concurrieron, cual si se tratase de un tema de alto interés del Estado, además del acusador Alvarado, el secretario jurídico Alexis Mera, la ministra Doris Soliz y hasta el presidente de la República, Rafael Correa.
En una acción de carácter privado, comparece la cúpula del Gobierno al despacho de un juez de primera instancia, juez que, por cierto, atraviesa momentos de incertidumbre respecto a su futura permanencia en el cargo, debido a que el Consejo de la Judicatura de Transición -afín al Gobierno- se encuentra en plena reestructuración de los juzgados.
Todos contra Chuji, parecía ser la consigna aquel día. Aquello, lejos de ser un acto de solidaridad con el ofendido, resultó ser un exagerado alarde de poder en un escenario totalmente inapropiado, como es un juzgado. A más de la desproporción con su contradictora, una mujer indígena que no goza ni de poder político ni económico que pueda hacer un contrapeso, se siente una frontal presión ante la justicia, en busca de una sentencia que les resulte favorable en toda esta campaña gobiernista montada para acallar todas las voces críticas que puedan surgir en el camino de la llamada revolución.