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jueves, 2 de febrero de 2012

Ana María Raad Briz : Dificultad para ser coherentes - NOV. 15, 2011 - COLUMNISTAS - EL UNIVERSO

Hay tres aspectos vitales sobre los cuales una sociedad más participativa, inclusiva y sobre todo democrática debería transitar. Por un lado está la naturaleza civilista y pacífica de sus movimientos sociales; es decir, que el poder popular y ciudadano debe basarse en los derechos civiles, y eso implica reconocer las instituciones, para lo cual se deben promover los espacios de participación pacíficos e incluyentes. Todo lo contrario (nótese: absolutamente contrario) a la vía militarizada y terrorista de acceso al poder que varios promovieron en sus años mozos. Recordemos que para los grupos guerrilleros en la República de Ecuador el único camino hacia el poder popular era la ruptura con la institucionalidad jurídico-política. Me pregunto entonces, cómo alguien que abrazó esta causa (la del Alfaro Vive Carajo) podría estar hoy representando una secretaría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación Ciudadana cuyo objetivo es justamente promover la institucionalidad para que exista mayor participación.
Otro aspecto es la pluralidad democrática. Esta implica un desafío mayor para las lógicas totalitarias, porque demanda promover mayores (y distintas) voces, plebiscitos, referendos, pero también promover las autonomías, justamente porque los pueblos y las multiculturalidades deben tener sus propios espacios para ejercer el contrapoder que es un principio básico de la convivencia. Otra vez, nos encontramos frente a un desafío que va en el camino contrario a lo que la política de estatizar, centralizar y sobre todo censurar, hoy nos muestra.
Un tercer aspecto es la distribución del poder propiamente tal. La idea de la destrucción de la burguesía y la toma del poder desde las clases trabajadoras por sí misma no es lo que define en absoluto al socialismo, sino que es la transición hacia un nuevo orden en donde el socialismo de alguna manera cuaja y logra instalarse al dar acceso al poder a grupos que tradicionalmente estaban “excluidos”. El problema, creo yo, es que muchos han quedado empalagados en la penosa lucha de quitarles a otros el poder, como objetivo último, olvidando que traspasarlo al poder ciudadano (y no a la rosca) es lo que los hará coherentes con la revolución que intentan promover.

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