Los dilemas sirios | HOY

Del drama de la Segunda Guerra Mundial, que tuvo un capítulo especialmente traumático en el Holocausto judío, surgió la Organización de las Naciones Unidas y el sistema internacional de protección a los derechos humanos frente a los excesos de los Estados. Muchas veces, se utiliza a los derechos humanos como un simple discurso en las luchas políticas -se invocan para denostar al adversario o se los pasa por alto cuando se trata de justificar al aliado-.
Desde uno u otro lado del río, se enarbola la defensa de los derechos o se denuesta a los defensores, según convenga.
Las instituciones y organizaciones no gubernamentales que ayer se ensalzaron como defensoras de la vida, son luego agentes de poderes foráneos o ingenuos quijotes cuando no defienden determinada cosmovisión o perspectiva ideológica.
El subjetivismo y la manipulación son usos políticos que no se pueden erradicar. Frente a ellos, quienes, de un modo u otro, conectan con el dolor de las víctimas, quienes tienen conciencia de que hay valores éticos más elevados y trascendentales que los que dictan la política o cualquier Estado, deben recordar que, en toda crisis como la de Siria, es prioritario proteger los derechos humanos camino a cualquier desenlace político.