Es verdad que critican a la OTAN algunas voces que guardan simpatía por el coronel Gadafi, pero la mayoría de observadores africanos exhibe genuinos reparos por la poca lógica que encuentran en la intervención de Occidente y, más todavía, por la renuencia europea a respaldar las gestiones de la Unión Africana que buscan una salida política pacífica y negociada, bajo supervisión internacional.
Casi toda África acepta una mayor presencia internacional para apoyar a los propios africanos en la búsqueda de salidas a conflictos heredados de la época colonial o de la Guerra Fría, así como también lo reconocen, fruto del mal gobierno y ambiciones de las élites locales. Pero les descorazona mirar cómo el mundo desarrollado invierte en una guerra súper costosa en Libia y no cumple siquiera con los compromisos de cooperación para apoyar al desarrollo de un continente donde 33 de sus 54 países se catalogan como "menos desarrollados" (PMD), es decir que cuentan con un ingreso por habitante por debajo de los $905 anuales y están aquejados de graves carencias sociales y productivas.
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