El menoscabo de los derechos humanos no tiene un membrete ideológico. A través de la historia, Estados de toda denominación política, ricos y pobres, regímenes laicos o fundamentalistas, han sido responsables por violaciones a los derechos básicos de la gente. En sí, las ideologías o los credos no transgreden las garantías humanas, lo hacen personas de carne y hueso, organizadas con gran frecuencia en instituciones que responden en última instancia a una autoridad sin contrapesos ni controles. Los Estados, capaces de guiar a un pueblo al desarrollo, llegan también a orquestar masacres sin nombre y a matar por motivos políticos, religiosos, nacionalistas o étnicos.
Amnistía Internacional expone un panorama sombrío de la represión estatal en Siria, de la eliminación selectiva de opositores, del silencio impuesto a quien disiente, del sitio a ciudades, del empleo de medios de guerra contra manifestantes desarmados.
Amnistía va a los hechos, pues la cruda experiencia de años de dar testimonio le ha enseñado que los datos hablan por sí mismos y pueden (a veces tarde, pero lo hacen) conmover y mover a actuar a los gobiernos y las sociedades. La ONG actúa así fiel a su lema: Es mejor encender una simple vela, que limitarse a maldecir la oscuridad, y en esa línea, ha planteado también que se permita el ingreso de observadores independientes a Siria. Ellos deberían verificar de modo objetivo las acciones de la fuerza pública y ayudar a proteger en el terreno los derechos básicos de la ciudadanía.
Amnistía Internacional aboga por la acción del Consejo de Seguridad si continúa la represión.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario