¿Estás de acuerdo con el enunciado y por qué?

sábado, 28 de enero de 2012

Eloy Alfaro - Wikipedia, la enciclopedia libre

Sobre la vida de Eloy Alfaro, según la Wikipedia.

2 comentarios:

  1. Asesinato de Eloy Alfaro
    Desde mediados de 1911 en Quito y en todo el país se fue afianzando y extendiendo un clima anti-alfarista que culminó el 11 de agosto con un golpe de estado militar que obligó a Eloy Alfaro a dimitir de la presidencia y a refugiarse en la Legación de la embajada de Chile y, posteriormente, exiliarse en Panamá. Desde entonces, el Viejo luchador perdería todo el apoyo en el Congreso, en donde la "mayoría constitucionalista" lanzaba furibundos ataques contra él, llegándose a plantear incluso la colocación de una placa difamatoria contra el Alfarismo en el Palacio de Carondelet y a pedir su extradición para juzgarlo, mientras los hombres del antiguo régimen eran apresados y sufrían las consecuencias de la ira de un populacho que enfurecido linchó al Coronel Quiroga. En este clima, Víctor Emilio Estrada asumió el poder, pero sus problemas del corazón lo llevaron a la tumba después de tres meses. El congreso en donde los placistas y conservadores dominaban, eligieron al presidente del congreso -Freile Zaldumbide- para que se encargue del gobierno, lo que fue rechazado por los alfaristas de Esmeraldas que eligieron a Flavio Alfaro como Jefe Supremo, a la vez que el Gral. Pedro Montero, fiel seguidor de Alfaro y Jefe Militar de Guayaquil, se proclamó por su parte como Jefe Supremo.

    ResponderEliminar
  2. El Gral. Leonidas Plaza Gutiérrez, en nombre del Gobierno como jefe del Ejército, se dirigió a Guayaquil, para combatir el levantamiento de Montero, que había recibido el apoyo de Flavio Alfaro y del propio Eloy Alfaro, quien regresó de Panamá ante el pedido de Montero para actuar como mediador pacificador. Alfaro regresó, para servir de mediador entre los suyos y el gobierno, y evitar así mayores problemas para el radicalismo liberal y aun para la mismísima desaparición del partido.
    Las fuerzas liberales fueron derrotadas en sucesivas batallas en Huigra, Naranjito y Yaguachi, donde murieron cerca de 3.000 hombres. Razón por la cual Montero se vio obligado a llegar a un acuerdo de capitulación en el que pedía garantías para Alfaro y sus compañeros. Ante la inminente derrota del liberalismo, el Viejo luchador firma la rendición, que fue mediada por los Cónsules de Estados Unidos y Reino Unido. Contemplaba la rendición de las fuerzas liberales, la amnistía para Montero y los partícipes del 28 de diciembre y el exilio voluntario de Don Eloy en un vapor asignado por el gobierno. No habría represalias.
    La Capitulación no fue respetada y el General Leonidas Plaza, Jefe de las fuerzas gobiernistas, ordena la detención de Eloy y Flavio Alfaro, Pedro Montero y Ulpiano Páez; además, se aprehendió a personas que nada tuviero que ver con los hechos anteriores, sino por el simple hecho de ser liberales, como Medardo Alfaro, el periodista Luciano Coral y Manuel Serrano.
    El General Montero fue juzgado en Guayaquil bajo el pretexto de estar sujeto a la jurisdicción militar en donde, al final de la sentencia que lo condena a 16 años de prisión, un soldado le disparó en la frente y lo arrojó a la calle desde una ventana.
    "El cadáver, entonces, fue abandonado en las calles, descuartizado y por fin quemado en una plaza"
    Fragmento de la crónica hecha por Cristobal Gangotena y Jijón en enero de 1912 sobre el "Arrastre de Alfaro y sus lugartenientes".
    El Presidente Freile ordena que los otros prisioneros sean llevados a Quito. Plaza aparece como contrario a esta disposición, pero el historiador Roberto Andrade lo acusa de haber manipulado dicha decisión y planeado el asesinato de los jefes del radicalismo liberal, lo que finalmente ocurrió en la capital de la República el 28 de enero de 1912 en el Penal García Moreno de Quito. Como una ironía histórica, el general Alfaro fue llevado a Quito en el mismo tren que él mismo coadyuvó a construir.
    Controvertida es aún hoy la cuestión relativa a los responsables materiales e intelectuales del asesinato de Alfaro y varios de sus tenientes.
    La historia oficial atribuye tal vergüenza a la plebe. El historiador Roberto Andrade, contemporáneo de Alfaro, acusa a Leonidas Plaza; otros investigadores lo liberan. Nadie niega que fuera un crimen político y horrendo, instigado por móviles protervos que aún hoy llenan a la República de Ecuador de estupor.

    ResponderEliminar