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miércoles, 18 de enero de 2012

El bien y el mal en relación con el dolor y el placer.


Yo creo muy firmemente que todo lo bueno siempre brinda solamente beneficios; y que todo lo malo (la apatía o el rechazo a la práctica cotidiana del bien: la honestidad, el respeto, la templanza, la ecuanimidad, la humildad, la solidaridad, etc.) siempre genera todo el tiempo el efecto opuesto. Mas nadie nace sabio ni bueno, por muy excelentes padres que le hayan a uno tocado. Lo bueno en esta vida nunca llega fácil para nadie ni ocurre de la noche a la mañana. Lo que pasa es que muchas personas confundimos totalmente el bien con lo agradable y el mal con lo desagradable. El placer y el dolor son sensaciones que surgen como el resultado de la presencia de una situación que puede ser tanto buena como mala. En cambio el bien (la salud) y el mal (la enfermedad) son opciones de vida. Un ejemplo: la decisión de tomar una medicina amarga o dolorosa para contrarrestar una enfermedad puede ser una situación muy desagradable el realizarla, pero que al asumirla debidamente con el tiempo se espera -por experiencia comunitaria- que pueda tener el efecto de devolverle a uno la salud. Otro ejemplo: comer -que es de por sí una situación agradable- es bueno porque lo mantiene vivo y sano a uno. En cambio, el tener hambre -que es una situación de por sí desagradable- es bueno porque lo induce a uno a comer para mantenerse vivo y sano. Además, hay que tener en cuenta que comer en exceso todo el tiempo -que es una situación al menos al principio agradable- es de por sí una muy mala costumbre porque con el tiempo -si uno no aprende a controlarse- definitivamente a uno lo mata.

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