Dios y el bien.
Si entendemos a Dios como EL representante de las fuerzas del bien (la honestidad, el respeto, la templanza, la humildad, la solidaridad, la ecuanimidad, etc.) en el universo, debemos quienes así creemos de tener en cuenta que sólo en la práctica cotidiana del bien (tanto en los pensamientos como en los actos, sean estos privados o públicos) podemos entrar en un verdadero contacto con Él.
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